

Hace treinta y cuatro años los Reyes Magos me regalaron un libro de tela con animales de colores y ese fue el instante en el que comenzó mi aventura literaria. A partir de ese momento, gracias a una tía que me leyó cientos de cuentos y a un padre que compra, almacena, cuida y rescata todos los libros que se cruzan en su camino, me convertí en devoradora de historias. Muy poco después, empecé a soñar con engendrar las mías propias.
Guardo entre bambalinas algún cuento que escribí de niña, en los que siempre aparecían mi hermano y mis primos, media docena de diarios secretos y cientos de cartas perfumadas, tan famosas entre los adolescentes de los noventa. Estudié Periodismo porque todavía no existe en España una carrera universitaria que enseñe el oficio de escritor (aunque a escribir se aprenda, como a todo lo demás) y ejercí de redactora y reportera durante siete años en prensa, televisión y radio. Después, dediqué otros tres a recomendar autores y lecturas en una librería. Todavía no sé cuál de esos dos oficios me gustó más.
A los veintisiete años, cuando mi vida parecía rodar con éxito al ritmo que marcaba el mundo, me perdí sin saber cómo ni por qué en mi propio camino y me alejé de todo lo que importaba, incluidas las letras. Y, aunque tardé mucho tiempo en darme cuenta, fueron esas mismas letras que abandoné las que me ayudaron a recuperar la salud y la cordura. Me dieron el impulso y la historia para forjar mi primera novela, escrita y reescrita durante cinco años y a punto de obtener la bendición final.
Me he formado en cuatro escuelas de escritores diferentes, en todos los géneros y estilos: micros, relato breve, poesía, narrativa… Disfruto con cada idea que surge y también con la que se me resiste, con cada esquema, con cada anotación, con cada frase, con cada palabra y con cada grafía. Por eso, porque no sé vivir sin escribir, lucho por ganarme un hueco en la literatura que tanto amo.
He participado en varias recopilaciones de relatos: Memorando, Presente de Palabras, Inmortal I e Inmortal II. Y este año he publicado Diez, una novela ambientada en la plaza del Pilar y escrita a cuatro manos con la autora aragonesa Carmen Arroyos.
Mis sueños más próximos abarcan la publicación de mi primera novela en solitario, Puta Loca, que verá la luz en mayo de 2022, y llevar a cabo varios proyectos que tengo en marcha, como una novela policiaca a medio terminar y una saga de cuentos infantiles que espera paciente en mi mente. Todo ello sin dejar de ejercer como correctora profesional, sin dejar de impartir talleres y clases, y sin dejar de disfrutar de ser mamá de dos monstruitos menores de tres años.
Un apunte más: mis abuelas me llamaban Cristinica y, por eso, firmo mis textos con esa extensión cariñosa de mi nombre.